Una descarga infrecuente de la vagina o bien una descarga amarillenta del pene
Las palabras no son inocentes. Conllevan implícito, en su semántica, algo más que aquello que significan. Una connotación desdeñosa como la de este término siempre implica una condena ética a la práctica que representa. Es la doble degradación del prejuicio: en palabra y obra.